Desde hace unas semanas, el Barça de Xavi atraviesa una buena racha y las sensaciones que ha dejado el equipo en los últimos partido son excelentes. Hace tres meses de la última –y única- derrota en Liga desde el cambio de entrenador y las goleadas recientes logradas ante Atlético, Nápoles, Valencia o Athletic son la confirmación de que el Barça ya está cada vez más cerca de lo que quería su entrenador.
Xavi asumió el banquillo del Barça en noviembre y durante las primeras semanas apenas tuvo tiempo para hacer trabajo de calidad con los jugadores. El calendario, sobrecargado, no les dio ninguna tregua, con dos partidos a la semana, que encadenaron con las vacaciones de Navidad, el brote de Covid y el viaje a Arabia para disputar la Supercopa.
En Riad, precisamente, se apreció el primer gran cambio en el duelo ante el Real Madrid. Tras haber competido muy bien en diciembre ante el Sevilla, el Barça plantó cara a los blancos, forzó la prórroga y cayó en el último suspiro. Fue una derrota, pero de la que todos los azulgrana se sintieron orgullosos y tuvieron la sensación de que el Barça al fin era reconocible y que había una idea.
El punto de inflexión se empezó a cocer durante el parón de selecciones de enero. Xavi pudo contar con casi toda la plantilla y se pudo hacer un paso adelante definitivo. También ayudó la llegada de los fichajes, que se incorporaron la segunda semana de la minipretemporada. Se sentaron las bases. La intención era sincronizar movimientos, jugar sin mirarse, automatismos. Lo que define a un equipo trabajado.
En la metodología de Xavi como entrenador se hacen vídeos colectivos constantes durante el año, pero el calendario no permite poder trabajarlos después sobre el campo. Se aprovechó ese parón y las semanas sin partido en miércoles tras la eliminación copera para hacer sesiones de video colectivas y después trabajarlo sobre el campo: presión alta, salida de balón, afrontar ataques ante equipos que se cierran, cómo atacar por fuera y por dentro…
Fue fantástico porque quedó clara la idea de juego. Se ensayaron todos los movimientos del juego con la intención de crear hábitos de juego, sincronizar movimientos entre jugadores y que se conocieran. También potenció la convivencia y el buen rollo en el grupo. A falta de la pretemporada veraniega, Xavi y su staff aprovecharon no sólo el parón de enero, en el que contaron con casi toda la plantilla excepto los americanos, así como la ausencia de partido intersemanal tras caer en Copa para hacer esa minipretemporada. Y los resultados se han apreciado sobre el terreno de juego.
Se practicaron juegos de posición y se ordenó al equipo. Cómo afrontar y ocupar los espacios, antes había más caos y varios jugadores en un mismo espacio. Ahora se respetan más las posiciones y el equipo es menos caótico.
En el staff ven el proceso en marcha y el punto de inflexión para ellos fue en Sevilla donde se compitió muy bien. A partir de ahí el equipo fue a más y luego se apuntilló con los fichajes que han dado el salto definitivo que faltaba al grupo. Cuando la maquinaria se ha puesto en marcha y los jugadores han automatizado lo que se había trabajado, han llegado los resultados y el buen juego. Y eso que los técnicos consideran que aún hay mucho trabajo por hacer. Pero están muy satisfechos de cómo van las cosas, convencidos de que están en el camino correcto. El método Xavi ya da frutos.
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